jueves, 30 de junio de 2016

Erase una viejecita



Érase una viejecita

sin nadita que comer.

Sino carnes, frutas, dulces,

tartas, huevos, pan y pez.

Siempre tuvo chocolate,

leche, vino, te y café;

y la pobre no encontraba

qué comer ni qué beber.

Apetito nunca tuvo

acabando de comer,

ni gozó salud completa

cuando no se hallaba bien.

Se murió de mal de arrugas

más encorvada que un tres,

y jamás volvió a quejarse


ni de hambre ni de sed.

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