Este cuento pertenece a una Antología de Cuentos Mexicanos llamados: Cuentos de Pascuala-.
De la autora mexicana: Pascuala Corona.
La memoria me falla puesto que los leí cuando tenia cinco años, aprendí a leer por el amor a ese enorme libro que de alguna manera llegó a mi hogar en El Salvador.
Amo cada cuento, he logrado encontrar solo tres, aquí les comparto uno y en otros post el resto.
Si algún docente de México puede hacerme llegar el resto de cuentos, le agradecería muchísimo, mi niña interior y Yo estaremos felices.
Erase una vez un zapatero muy pobre que vivía frente a palacio y que tenía tres hijas.
Las niñas tenían una maceta de albahaca en la ventana y salían a regarla un día cada una; todas tres eran muy hermosas y un día que el Rey salio al balcón vio a la mayor regando la maceta y le dijo:
Niña, niña tú que riegas la maceta de albahaca ¿Cuántas hojitas tiene la mata?
La niña, mortificada de que el Rey le hablara y no sabiendo que contestarle, cerro la ventana.
Al día siguiente le toco regar la maceta a la segunda niña. El rey salio al balcón como el día anterior y le dijo:
Niña, niña tú que riegas la maceta de albahaca ¿Cuántas hojitas tiene la mata?
La niña azorada de que el Rey le hablara, mejor se hizo la sorda y se metió.
Al tercer día salio la niña menor regar la maceta y el Rey, que ya estaba en el balcón, luego que la vio le dijo:
Niña, niña tú que riegas la maceta de albahaca ¿Cuántas hojitas tiene la mata?
Y la niña que se pasaba de lista, le contesto:
Saca real majestad, mi rey y señor
Usted que esta en su balcón
¿Cuántos rayos tiene el sol?
El rey se quedo sorprendido de la contestación de la niña y avergonzado de no poderle contestar se metió corriendo y después de pensar y pensar se le ocurrió que como la niña era muy pobre le convenía mandar a un negro que le paseara la calle gritando que cambiaba uvas por besos.
La niña, que nada se imaginaba, tan luego como oyó al negro salio a su encuentro y le dio el beso que pedía a cambio de las uvas. A la mañana siguiente que salio a la ventana a regar la maceta, el rey ya estaba en el balcón y luego que la vio le dijo:
Niña, niña tú que riegas la maceta de albahaca
Tu que le diste el beso a mi negro
¿Cuántas hojitas tiene la mata?
A la pobre niña le dio tanto coraje que cerro la ventana y se metió decidida a no volver a regar la maceta.
El rey, que ya estaba acostumbrado a ver a la niña, se enfermo de amor de no verla y su medico de cabecera viendo que no podía curarlo, mando llamar a todos los médicos del reino a ver cual de todos lo aliviaba.
Para esto la niña que solo estaba esperando la ocasión de desquitarse, se disfrazo de medico y fue a palacio llevando del bozalillo un burro macho y llegado que hubo a la presencia del rey de dijo:
“Saca real majestad, si gusta usted curarse es menester que le bese el rabo a mi burro y que salga mañana al balcón a recibir los primeros rayos del sol”.
El rey con tal de curarse, hizo lo que le recetaba aquel medico axial que después de besar el rabo del macho se acostó a dormir.
A la mañana siguiente, muy tempranito, salio al balcón y la niña que lo estaba esperando regando la maceta tan luego como lo vio le dijo:
Saca real majestad mi rey y Señores
usted que esta en su balcón
usted que beso el rabo del macho
¿Cuántos rayos tiene el sol?
El rey dándose cuenta de lo bien que lo había engañado la niña se metió muy enojado y mando llamar al zapatero.
Luego que llego el buen hombre a la presencia del rey, este le dijo:
Vecino zapatero quiero que a las tres horas del tercer día me traigas a tus tres hijas. A mas ordeno que la menor venga: bañada y no bañada; peinada y no peinada, a caballo y no a caballo; y sábete que si no lo cumples penas de la vida”.
El pobre zapatero se fue muy triste a su casa y les dijo a sus hijas lo que el rey había dispuesto; a las dos mayores todo se les fue en llorar, en cambio la mas chica le dijo: “no te apures papacito ya veras como yo lo arreglo todo”.
Y así fue: las tres horas del tercer día se presento el zapatero en palacio con sus hijas, adelante iban las dos mayores y más atrás la chiquita montada en un borrego con un pie en el aire y uno en el suelo; tiznada de medio lado y el otro bien refregado; media cabeza enmarañada y la otra hasta trenzada.
Viendo el rey que había acatado sus órdenes, se vio por bien servido y le dijo a la niña:
“en premio a tu astucia puedes llevarte de palacio lo que mas te guste”.
Y después de decir esto se fue el rey a dormir la siesta.
La niña que no esperaba otra cosa ¿a que no se imaginan lo que hizo? Pues mando llamar a cuatro pajes y con mucho cuidado se llevo al rey a su casa.
¡Cual no seria la sorpresa del rey al despertarse y hallarse en un casa pobre y desconocida!
Lo primero que hizo fue llamar a sus lacayos, a sus pajes, a la guardia, pero en vez de ellos llego la niña y le dijo:
“Saca real majestad mi rey y señor, usted fue lo que mas me gusto de palacio, por eso me lo traje a mi casa”.
El rey, viendo que con esa niña llevaba siempre las de perder, se caso con ella.
Y salta por un callejón
Y cuéntame otro mejor.
San Jose Iturbide, Guanajuato.
Altamarilla (Altagracia).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario